Creo que los momentos de flaqueza hacen parte del ser humano. La vida a todos nos trae tanto satisfacciones como dificultades. Y hay que agradecer tanto las unas como las otras, pues así como la espada adquiere su fuerza entre el yunque y el martillo, asimismo entre unas y otras forjan nuestro carácter.
Hace poco escuché uno de los poemas más bonitos que tal vez jamás se hayan escrito. Se llama Invictus, y sí, fue el que dio nombre a la reciente película sobre cómo Nelson Mandela logró usar el rugby como una excusa para unificar al pueblo sudafricano.
Es sencillamente increíble el hecho de que un hombre haya podido pasar 27 años en la cárcel y sometido a trabajos forzados, y eso no sólo no lo haya llenado de odio por sus captores ni quebrantado su voluntad, sino que no le haya quitado la posibilidad de perdonar.
Es verdaderamente un gigante, un titán de la especie humana. Jerónimo, el profesor de Megatendencias, lo definió como "la persona, viva o muerta, que más ha hecho por el bien de la Humanidad". No cualquiera merece una denominación semejante.
Les transcribo el poema. Esta es la versión original, en inglés, pues fue escrito por el poeta William Ernest Henley.
INVICTUS
Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.
Hermoso, no?
Ahí les va en castellano.
INVICTUS
Fuera de la noche que me cubre,
Negra como el abismo de polo a polo,
Agradezco a cualquier dios que pueda existir
Por mi alma inconquistable.
En las feroces garras de las circunstancias
Ni me he lamentado ni he dado gritos.
Bajo los golpes del azar
Mi cabeza sangra pero no se inclina.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
Es inminente el Horror de la sombra,
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin miedo.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cuán cargada de castigos la sentencia,
Soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma.
(Versión de Juan Carlos Villavicencio).
Espero que les guste y espero que lo disfruten.
Pero más aún, espero que logren extraer fuerzas de él en momentos de debilidad.
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