SEMANA: ¿Cómo encuentra el estado de la investigación científica y tecnológica en Colombia?
JAIME RESTREPO: Muy mal. Hay áreas en las que existen grandes avances, como en la de salud. Pero en términos generales hay una infraestructura débil, poca plata para hacer investigación y articularla al sistema productivo.
SEMANA: El presidente Juan Manuel Santos anunció que presentará el proyecto de ley para destinar el 10 por ciento de las regalías mineras y de hidrocarburos a la investigación en ciencia y tecnología. ¿Cuánto es eso en plata?
J.R.: Eso supone, como mínimo, 600.000 millones de pesos más al año para investigación. Con el desarrollo minero en el país y con la demanda internacional de carbón, oro, ferroníquel, coltán y petróleo, esta suma podría llegar a los 800.000 millones de pesos.
SEMANA: Los países menos atrasados en investigación científica en América Latina destinan a este propósito el 1 por ciento del PIB. ¿Con la plata de las regalías se podría llegar a esta meta?
J.R.: Colombia apenas destina el 0,18 del PIB a la investigación, y con el 10 por ciento de las regalías mineras podríamos llegar al 0,38. Estados Unidos y Europa destinan el 3 por ciento del PIB para este propósito; Brasil el 1,2 por ciento, y Chile y México el 1 por ciento. Para acercarnos a estos tres últimos países tendríamos que buscar mecanismos de financiación adicionales al de las regalías. Todos los ministerios deben aportar y sumar recursos a los 400.000 millones de pesos que ya aportan las universidades.
SEMANA: ¿Para qué ha servido la ley de ciencia y tecnología que usted presentó en 2006 y que convirtió a Colciencias en Departamento Administrativo?
J.R.: Colciencias pasó de ser un instituto dependiente de Planeación a ser un departamento que depende de la Presidencia, como todos los ministerios. El director de Colciencias ahora está en el consejo de ministros y en el Conpes. Es como Planeación Nacional, pero en temas científicos.
SEMANA:¿En qué áreas piensa este gobierno concentrar la investigación?
J.R.: Las áreas prioritarias para Colciencias son cuatro. Primero: el tema agrícola, que incluye medio ambiente, biodiversidad, biotecnología y agua. Segundo, la minería, porque allí el país tiene una potencialidad enorme. Tercero, la TIC: todo lo que tiene que ver con software y nuevos desarrollos de información y comunicación. Y cuarto, los temas sociales, que incluyen salud, educación, vivienda, saneamiento básico, violencia y seguridad.
SEMANA: Mientras en Chile se gradúan 1.000 doctorados al año, en Colombia -con una población mucho menor- apenas se gradúan 500. ¿Cuál es la política frente a los doctorados?
J.R.: Colombia es un país de especializaciones, pero las maestrías y los doctorados son lo que más fortalece la investigación. Entre mis prioridades está fortalecer los programas de becas doctorales y de jóvenes investigadores, y mi meta es llegar a 1.000 doctores por año, sumando los 500 del convenio Colciencias-Ministerio de Educación; 175 de Colfuturo; 100 más con agencias como Fulbright, y los restantes provenientes del apoyo de otros gobiernos como el chino y cubano, que dan becas.
SEMANA: ¿Cuáles son sus metas a corto plazo?
J.R.: Primero, presentar la ley para aumentar el presupuesto destinado a investigación. Segundo, fortalecer la regionalización de la ciencia y disminuir la brecha que hay, en términos de capacidad investigativa, entre las ciudades y las poblaciones de menor desarrollo. En casi todos los departamentos, a excepción de Cundinamarca, Antioquia, Valle y Atlántico, las capacidades de investigación son mínimas. Las convocatorias de Colciencias se las ganan la Universidad Nacional, la de Antioquia, la del Valle, la del Atlántico, la del Norte y la de los Andes en Bogotá. Las demás universidades no tienen capacidad para competir ni gente preparada. Vamos a conseguir plata para que la academia pueda investigar.
SEMANA: ¿Y en el largo plazo?
J.R.: Que la investigación no se quede en las publicaciones internacionales, ni los académicos investiguen solo para conseguir puntos en el escalafón. Es que en Colombia, la academia y el sector productivo han estado aislados siempre. El sector productivo cree que la universidad trabaja muy lento y se dedica a especular, y la universidad cree que relacionarse con el sector productivo es permitir que la exploten. Romper esa dificultad es importante y eso se está empezando a hacer.
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