jueves, 17 de junio de 2010

Sostenibilidad en la Encrucijada: Julio Verne vs Paul Virilio

in-NOVA-dores,

Este fue uno de los videos que nos mostró Alejandro la clase pasada. Es el de los dos muchachos comparando sus visiones (antagónicas) del medio ambiente, el progreso y el futuro.


El video finaliza con la pregunta: "Qué hacemos?". En la dirección electrónica, el sos- está resaltado, haciendo referencia al "s.o.s.", el pedido de auxilio en clave morse (tres puntos-tres rayas-tres puntos, bien sea mediante luz o mediante sonido) usado desde hace mucho tiempo en marinería.


Este video me resulta bastante perturbador.

Entiendo la dicotomía, entiendo el mensaje de estar atascados en una posición en la cual no es inteligente avanzar, pero echar reversa tampoco es una opción válida.

Pero el corolario es la parálisis. La indecisión, la incapacidad de determinar el rumbo.

Empieza uno (empiezo "yo": gracias, Olga) a hacerse preguntas del tipo de: "qué sentido tiene lo que estoy haciendo?", "para qué me esfuerzo?", "si igual todo se va a acabar".

Queda uno preguntándose qué tan buena idea es traer niños a este mundo.


Abordo cada una de las posiciones desde mi historia personal.

1. OPTIMISTA
Me hice adicto a la lectura desde pequeño. Tenía todos los clásicos de la novela de aventura. Pero los que más me gustaban eran los de Julio Verne. Más allá de lo colorido de las descripciones y de la velocidad casi cinematográfica de la narración, me encantaba el optimismo y la fe ciega en la tecnología y en el progreso.

En sus novelas, la caracterización de los personajes era bastante repetitiva. Casi siempre estaban el científico, el leal ayudante del científico y el héroe valiente. A veces habían otros más (Nemo: el justiciero incomprendido).

El personaje clave, alrededor del cual se desarrollaba toda la acción, era el científico. La constante era cómo el hombre lograba sobreponerse a la naturaleza a través de la tecnología. No existían imposibles: cualquier reto que pudiera articularse con palabras (la vuelta al mundo en globo, ir a la Luna en una gigantesca bala de cañón, viajar 20.000 leguas por debajo del mar) era susceptible de ser alcanzado usando medios técnicos.

El mundo moderno era como un inmenso parque de diversiones en el que hubieran soltado a un Julio Verne infantil que corría emocionado de un lado para el otro, montándose en todas la atracciones, riendo como loco, describiéndonos con ojos brillantes todo lo que veía, feliz, pleno, dichoso...


Fast forward. Junto con la ilusión del progreso, el siglo XX trajo el desarrollo de los carros y los aviones. Con ellos, la tecnología se volvió sexy. La máquina como objeto de profundo y visceral deseo.

Miren las aerografías de Hajime Sorayama (en particular la serie de las Gynoids). Escuchen "Danger Zone" de Kenny Loggins (la banda sonora de Top Gun). Pasen por una Mac Store. Vayan a un concesionario Porsche y acaricien uno. U hojeen una revista Wired (mejor leánla en internet; no gasten papel).


2. PESIMISTA
Muchos años después en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Javeriana, participé en la confección de la Revista de Arquitectura +A. Era fruto del esfuerzo de un grupo de arquitectos de una promoción más vieja que gentilmente nos invitaron a unos estudiantes más jóvenes a acompañarlos en esa aventura. Fue un proyecto que duró poco: solamente vieron la luz 3 ediciones.

Nuestro mentor era el filósofo Jaime Toro. Y la revista era temática: la primera edición se llamó "Arquitectura y Poder", la segunda "Arquitectura y Velocidad", de la tercera no recuerdo el nombre. Y era interdisciplinar: invitábamos personas de formaciones muy distintas a que escribieran sobre el tema de la edición, desde sus respectivas disciplinas.

Para el segundo número, "Velocidad", por indicación de nuestro mentor leímos mucho a un filósofo llamado Paul Virilio. El tema de "velocidad" era muy "tecnológico", por así decirlo. Invariablemente, las discusiones arquitectónicas recaían sobre la red internet, las nuevas maneras de habitar, la colonización del hiperespacio (en detrimento de la realidad "real"), etc. Y cómo esas nuevas maneras de habitar de-construían y re-construían el significado de la ciudad (la de verdad: la de concreto). Estas discusiones tuvieron lugar en algún momento del año 2002, pero cada día son más relevantes.

El señor Virilio dice, entre otras muchas cosas, que el advenimiento de una nueva tecnología siempre trae aparejado el evento desastroso, la cara maligna, de esa misma tecnología. (Recuerdan al villano Dos Caras, enemigo de Batman, y como siempre tiraba una moneda al aire?). Virilio habla que la invención del viaje en barco creó el naufragio. La invención del viaje en avión, el accidente aéreo. Las represas, el rompimiento de las represas. La energía nuclear, la bomba nuclear.

Habla de que no es posible "des-inventar" las tecnologías, por más malignas que éstas sean. No podemos simplemente pretender que la bomba nuclear no existe. Es preciso trascenderlas.

Lo que es relevante es que la incidencia estadística de los eventos catastróficos descritos por Virilio es extraordinariamente baja. Es la quintaesencia del ave de mal agüero. (Cómo se llamaba esta mujer de la mitología griega que podía ver el futuro pero sólo podía predecir las cosas malas?)


Recapitulando.

Creo que hay problemas de fondo que deben ser solucionados. Me deja atónito que tengan que hacerse consensos internacionales para poner a las naciones del mundo de acuerdo en temas que tan-se-caen-de-su-peso como el Convenio de Basilea y el tratamiento de residuos peligrosos.

Líderes del mundo:
qué parte del "no le hagas al otro lo que no te gustaría que te hicieran a tí" no entendieron?

Creo que hay que trascender la visión mesiánica de la tecnología como salvadora y entender que la viabilidad de la supervivencia de la especie humana sobre este planeta pasa necesariamente por un cambio profundo de mentalidad.

Pasa, por la transformación de los seres humanos en seres más espirituales.

(Por favor no confundir "religiosidad" con "Espiritualidad", son cosas muy distintas; "religiosidades" hay miles, "Espiritualidad" sólo una y aunque es transversal a todas las anteriores son pocos los que logran alcanzarla.)

En la película "Contacto", la astronauta que debe tripular la máquina (Jodie Foster) en el momento en que es cuestionada sobre qué pregunta le haría a una civilización más avanzada, responde: "Cómo hicieron para superar la adolescencia tecnológica?"

Yo creo que la respuesta es: "Volviéndose seres más espirituales".

La siguiente pregunta lógica sería: "Cómo?"

Para esa no tengo respuesta.

Algunos dicen que el ser humano sólo cambia cuando se encuentra frente a frente con la tragedia. Los fatalistas consideran que el mundo requiere una purga. Los más religiosos, que el dolor purifica.

No coincido con los primeros, tampoco con los segundos y decididamente no con los terceros.

Entiendo que el libre mercado en su expresión más pura se vuelve antropófago. Entiendo la existencia de fuerzas oscuras a las que mantener el statu quo les resulta inmensamente rentable.

Pero las personas conscientes somos cada vez más. A cada minuto que pasa estamos más cerca de integrar la masa crítica que haga posible (y sostenible) el cambio.

Por eso soy Optimista.

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